24.12.08

El Avatar, al Buscador





Yo Soy la milenaria esfinge que vigilo las fronteras de la vida y la muerte. En mí se ramifican los tejidos del destino, en mí se abren los caminos. Mi visión penetra en las profundidades de las almas en busca de la Señal. Y cuando la encuentro, con mi beso en la frente se abren las puertas. Y así pronuncio: “Escrito está que recibas la oportunidad de la vida para que busques, te eleves y respondas mis preguntas

Buscador, en tu origen fue el Asombro y la Inquietud. Y estos dos mares embravecidos se encontraron en el meridiano de tu alma. Y así como los náufragos cavilabas: “¿Por qué estoy aquí? ¿Qué he venido a hacer? ¿Qué es este mundo donde nacen y mueren los hombres, donde el tiempo nada salva? ¿Ves el fluir de figuras sin relieve, ves la permanencia hueca de las horas en el corazón? ¿Qué debo creer de la felicidad sino que es el delírico intervalo del siempre dolor? ¿Qué Dios es éste, cuál es el fin de un mundo así? ¿Qué este sueño del cual no logro despertar? ¿Detrás de qué velo se halla la deslumbrante verdad que bañe al espíritu, al fin, en la fragancia del sentido y la armonía?”

Buscas en el amanecer del libro y en las líneas del mundo. Buscas en los frutos del cuerpo y en la voz de los que han buscado. En tu camino correrás detrás de muchos horizontes con la esperanza en el corazón. Agotarás y desfondarás senderos que otros solo añoraron. Subirás a las cimas con pasión y descenderás a las profundidades con pasión. Porque el loto sólo florece el fango y la medida de tu sombra será la medida de tu luz. Irás del sopor al fervor. Irás del drama a la comedia. Cobijarás demonios y ángeles. Serás acompañado por los pocos y serás solo entre los muchos. Respirarás el desamparo de la tierra y de los hombres porque serás un río entre aguas que se estancan. Y la gente dirá: “¿Qué demencia corroe a este hombre que no sabe estarse quieto?” Y así difamarán porque ellos no conocen la llave del camino de la vida.
Ya se han elevado ante ti las columnas de la Historia, la Filosofía, la Ciencia, el Arte y la Religión, pero columnas son. Nada duerme el hambre de tu espíritu. Mis palabras son tuyas y ésta es la voz de la transformación. Escucha, oye bien…

Las campanadas de tu desvelo son el llamado de la vida en busca de la vida. Porque escrito está que el corazón del que busca será sacudido y estrujado en sus profundidades hasta que responda al llamado de su deber con la verdad.

La voz de la Verdad corre como un viento por tu interior y susurra en vaporoso baile: “Solo encuentra el que busca. Y todo el que busca encuentra. Reconóceme y enfílate hacia mí. Inicia ya tu viaje. El camino no será recto. La vida respirará en ti sus días y sus noches. Arderás por igual en la luz y en la oscuridad. Escalarás más allá del bien y del mal, del dolor y del placer. Y como la mirada maternal sobre los hijos que corren y juegan, mis ojos posarán detrás de tus hombros y mis manos aquilatarán tu merecimiento”.

Las sustancias de la vida hierven en tu sangre. Yo soy el trueno de tus silentes relámpagos. Y transporto la luz en signos para que sean los que Son y ciegos sigan los que no. Ahora buscador… ¡Edifica ya tu ser porque escrito está que la vida precipitará sus pruebas! Sólo aquél que hizo de la voluntad, la pureza y la conciencia su Santa Trinidad vencerá las espadas ígneas que custodian el árbol de la vida:


Serás minado por las densidades adormecedoras de la mediocridad y el conformismo; serás fascinado por los espejismos aéreos del conocimiento abstracto; serás arrebatado por el hundimiento embriagador del placer; serás probado por las ninfas sugestivas de la apariencia y el prestigio. Y, finalmente, enfrentarás el hipnotismo de tu propio brillo.

Pero, Buscador, después de tu extenso y estrecho camino, la Comprensión saciará tus labios como es el frescor puro del arroyo para el sediento peregrino. Habrás de comulgar los elementos de la tierra y el cielo, librándote del error y del dolor, serás llamado el que no regresa y orquestarás hasta el final las limpias alquimias de la virtud.

Por último, Hacedor, orienta tus correctos pensamientos y encontrarás a los que encontraron, sé tenaz y nuclearás a tus semejantes, sé firme y no desfallecerás porque Yo Soy la Esfinge y soy tu padre y tu hijo, vivo en ti y tú vives en mi, siembra en mí y cosecharás en ti, conócete y me descubrirás.

Y ahora callo, porque ya he develado las claves a los adelantados del tercer milenio.


S.G.